En
la actualidad la vida de las mujeres es cada día más interesante y
retadora, está cambiando. Algunas parecen llevar mejor los retos y el
estrés que esto implica; otras, no tanto. En realidad estamos enfrentando un cambio en la definición de lo que es ser mujer
y esto implica pelearse con siglos de tradición que según algunos,
dirían: "Si no está roto, ¿por qué arreglarlo?" Sin embargo y para
nuestra ventaja, para muchas mujeres y hombres la entrada de las mujeres
en la sociedad actual ha sido una enorme bendición. Por ejemplo,
representa un buen equilibrio en el mundo laboral.
Hace algunos
años, cuando estaba estudiando la carrera de psicología me encontré con
la curiosa novedad de que en la universidad habíamos casi tantas mujeres
como hombres y, en algunas carreras, precisamente como la que yo
cursaba, éramos muchísimas más mujeres. En ese tiempo, todavía los
hombres dominaban en número las carreras como leyes, computación y
economía. Era a principios de los 90s.
Hoy en día ya no es tan
extraño encontrar en esas otras carreras más "masculinas", un mayor
número de mujeres que ganan en población a los hombres.
¿Esto qué quiere decir? En muy pocas palabras: ¡Las mujeres estamos listas!
El
rol de las mujeres hoy en día es otro, más completo y más retador
gracias a que estamos más preparadas; hemos demostrado una y otra vez
que hacemos un buen papel dentro del mercado laboral.
El cambio
inició como una consecuencia gradual que sobrevino luego de este hecho
histórico: La Segunda Guerra Mundial. Al dejar los hombres sus países,
oficinas y puestos de trabajo, en ese momento ese vacío fue llenado por
las mujeres, aquellas mismas que habían estado limitadas por la
tradición a ejecutar solamente tareas hogareñas.
La fuerza de la
historia, el peso de la tradición femenina que vamos heredando y
transmitiendo de una mujer a otra no ha podido remover por completo la
expectativa principal de ser mujer: casarse, tener hijos y atender su
hogar.
A ello debemos sumar carreras universitarias, mujeres
profesionales, competidoras agresivas, comprometidas y aguerridas.
Cumpliendo las expectativas otrora reservadas para los hombres y lo
estamos haciendo bien.
Las familias han venido a pagar el costo
del nuevo rol femenino, al cual todavía no nos acostumbramos del todo.
Así como ha cambiado tanto la "definición de puesto" para los sexos,
debido a que los hombres se encuentran invadidos en sus espacios y ya no
se espera lo mismo de ellos dentro del hogar, las familias han sufrido
terribles transformaciones, que en consecuencia han resultado en
sociedades aún intentando comprender, para poder acomodarse.
Dentro
de muchas familias, se sigue esperando que -como se hiciera en el hogar
de su infancia y como lo hicieron sus madres- la mujer siga siendo
quien realice las tareas del hogar.
La mujer ha logrado
incorporar a las tareas de siempre (de madre, esposa y ama de casa) las
nuevas que implican ser una profesional. Mientras, intenta cumplir con
las "otras tareas" como llevar a los niños de aquí para allá, reunirse
con familia y amigas, ir al gimnasio, seguir un régimen alimenticio, ir
al salón de belleza para mantenerse "presentable", encontrar un tiempo
para salir y comprarse una cosita, entre otras cosas.
Es
realmente admirable lo que logramos hacer. Ésas somos las mujeres de
hoy. O por lo menos, es lo que la actualidad, el mundo moderno y las
nuevas tendencias están permitiéndonos escoger, conocer, expandir
nuestro mundo y saber que existe una amplia gama de opciones y formas de
vida.
¡Adelante, mis SÚPER MUJERES! ¡Atrévanse a gozar de la nueva era que depende de cómo nosotras queremos diseñarla!
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